miércoles, 5 de octubre de 2011

Francisco Paredes Herrera


Francisco Paredes Herrera, nació en Cuenca el 8 de Noviembre de 1891 en una casona del barrio de San Francisco. Hijo único del Profesor Francisco Paredes Orellana, Músico y Organista, Maestro de Capilla y Cantor de la Iglesia Catedral, de San Francisco y de la capillita de los Salesianos, calificado de viejo bueno, bonísimo; y de su cónyuge Virginia Herrera, que falleció joven en Cuenca. Siguiendo el ejemplo de su padre pronto demostró un claro talento para el arte, y desde muy niño se interesó en el aprendizaje de la guitarra, la concertina y el armonio, siendo su progenitor quien le inculcó los rudimentos musicales.

De escasos siete años ingresó a la escuela de los Hermanos Cristianos donde hizo la Primera Comunión, cantó en el Coro escolar que dirigía el Hermano Agustín y completó la primaria. Luego pasó al Colegio de San Luis y fue un alumno bueno pero tan olvidadizo que a veces ni siquiera preparaba las lecciones por componer música. Por eso, al llegar al quinto curso abandonó los estudios para tomar clases de armonía y composición con el padre italiano José Nicolás Basso, de la Orden Salesiana.  En 1904 se inició como Ayudante de la Dirección de Bandas Militares de Cuenca, cargo en que mantuvo con breves interrupciones hasta 1915 y como tenía una hermosa caligrafía también fue copista de música de dichas Bandas. Era un joven que vivía inmerso entre notas y melodías, componiendo canciones con tanta facilidad que causaba el asombro de las gentes sencillas de entonces, poco familiarizada a esta clase de genialidades.
En 1910 creó el pasodoble "Viva Plaza" dedicado al General Leonidas Plaza Gutiérrez y estrenado ese año en Cuenca por la banda del Batallón "Constitución".
Medardo Ángel Silva se había suicidado la noche del 10 de Junio de 1919 pero la noticia arribó tarde a Cuenca, pues recién el 15 se enteró Paredes del in suceso, camino de la peluquería "La Elegancia" de Justo Lucero, que funcionaba en los bajos de la casa de Dña. Hortensia Mata. Impresionado vivamente, compuso la música que requería letra tan sentida como bella y el 21 la terminó, cantando el pasillo “El alma en los labios” por primera ocasión la noche del 22, en el sector de la Virgen de Bronce, ante sus amigos Alfonso Estrella Marchán, Alberto Andrade Córdova y Víctor Sarmiento.

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